Os copió aquà un artÃculo escrito por Alberto Urtasun y publicado en "Diario de Navarra" del dÃa 17 de enero, a raiz de la muerte de tres montañeros el pasado dÃa 13 de enero, que me ha cautivado por su belleza y me apetece compartirlo con todos.
"Aprendizaje infinito"
Me piden que escriba letras y palabras que se atascan igual que los sentimientos. La voz de una colectividad que vive buscando una y otra vez el cielo, sin razón aparente. Personas que viven enamoradas de las sugestivas lÃneas de una montaña. Y del torrente de vida que se desprende de ellas.
Un destino e infinitas casualidades. La vida es asÃ, o no, todo depende de como queramos recorrer el camino que se abra ante nosotros. Creo que la vida está para aprender, pero como en todo, pueden existir diferentes opiniones, y diferentes formas de vivir.
Creo que el maravilloso juego de las casualidades, siempre vuelve a tropezar en las personas que son especiales, diferentes. La última, en la Camille Extreme de Isaba, en donde intercambiamos planes e ilusiones de futuro, mientras calentabamos nuestras maltrechas piernas para la paliza que nos esperaba. Loro y Xabier tenÃan unos ojos centelleantes de vida. Y entre los tres una montaña por la que sentimos pasión: el Shisha Pangma. Una montaña entre millones. La vida, por suerte y a veces por desgracias, es una elección continua.
La montaña tiene un riesgo y creo que todos los que nos acercamos a ella somos conscientes de ello. ¿Y por qué aun asà soñamos? No creo que estemos locos. Somos personas que queremos aprender a amar, a sentir, a descubrir. El ser humano es tan imperfecto, que en la montaña encontramos una paleta de sensaciones de todos los colores, que nos ahogan de vida. Hoy encontramos el rojo, mañana el verde y en un futuro siempre cercano un naranja que enciende el amanecer de nuestras ilusiones. Los colores se refugian dentro de nosotros y nos damos cuenta que con color somos capaces de amar más, de sentir más, de comprender más. Asà de sencillo. Por eso algunos buscan colores más complicados, otros más sencillos. Unos suben paredes, otros montañas o descienden rÃos, y algunos se empecinan en volar desde los lugares más recónditos.
Hacemos un mundo más vivo de color y de sentimientos. Incomprensible pero que lo sentimos dentro de nosotros mismos. Construimos, sonreÃmos porque existe un motor.
¿Y qué pasa, cómo en este caso, cuando el color se apaga? Creo que en el fondo de todo hay algo de un valor incalculable; un aprendizaje infinito. Algo intangible, incomprensible que únicamente podemos sentir y nunca comprender; nos muestran la luz que ilumina los colores. Gracias.
Alberto Urtasun, escalador, alpinista y escritor.